Vendí mi taller un martes cualquiera, de esos en los que el sol cae sin
El día que cumplí cuarenta y tres estaba metido en polvo de yeso hasta las
«Hago lo que quiero con quien quiero», me gritó Laura con una sonrisa que no
El día en que Matías caminó por primera vez, la casa Restrepo dejó de ser